Desde que nací todo el mundo me ha llamado siempre Lolita, que es el nombre con el que más cómoda me siento. Sin embargo, con el paso de los años he tenido que presentarme como Lola en muchas ocasiones porque la mayoría de la gente solía hacerme demasiadas preguntas sobre mi nombre. Diría que mi creatividad me ha impulsado siempre a dibujar e ilustrar cualquier idea que aparezca en mi mente, pero mentiría: durante mi época universitaria apenas me permití coger un lápiz (tradicional o digital, a fin de cuentas, es lo mismo). Hice el Grado de Estudios Ingleses por la Universidad de Córdoba y comencé a trabajar como profesora de inglés desde entonces. Fueron los años que pasé ignorando esta faceta creativa mía los que acabaron por causarme tal frustración que comprendí (de manera bastante forzosa) que nunca seré del todo yo si no escucho la voz artística que me habla desde mis adentros. Sin duda, ese tiempo en el que yo misma decidí ignorarme, creyendo que mi yo adulta debía distar mucho de mi yo infante y adolescente, me brindó la oportunidad de conocerme mejor y de comprender que mientras que en mí resida aunque sea un solo ápice de creatividad, no importa si mi verdadero yo hace que los demás se cuestionen mi nombre o lo que hago.